Declaración de guerra


Tras reportar 6 abusos sexuales en una misma semana, 19 mujeres de un Centro Social Okupado Autogestionado de Galicia han escrito un manifiesto, que reproduzco a continuación, para denunciar estas agresiones y abusos. He ocultado las identidades de las 19 firmantes así como el nombre del Centro Social, por seguridad, ya que me ha sido imposible contactar con ellas. Agradecería que, si leen esto, se pusieran en contacto conmigo.

DECLARACIÓN DE GUERRA

Yo iba a hablar de las violencias que atraviesan, superpuestas, los cuerpos de las mujeres migrantes. Yo iba a hablar de Turquía y de Grecia, de Idomeni, de los campos de concentración, de ACNUR y de las voluntarias y activistas. Yo iba a hablar de aquellas que, huyendo, llegan a territorio europeo, y de nuestro rol como colonizadoras humanitarias. Yo iba a hablar, sobre todo, de cómo un madero cualquiera, un Frontex o un militar macedonio, secuestran a mujeres migrantes, las agolpan, las atan, y, sistemáticamente, meten sus pollas, una y otra vez, en sus vaginas que sangran y gritan.

Yo iba a hablar de las madres, que ponen sus culos a disposición de las mafias fronterizas para que sus hijos puedan dejar atrás la guerra. De las porras, los hierros, los palos introducidos sádicamente en los cuerpos de las desposeídas de territorio.

Yo iba a hablar de Grecia, hasta que caí en la cuenta de que tengo al enemigo metido en casa, en mi cama. Hasta que reparé en que sois vosotros, nuestros compañeros, los míos, los que nos violáis sistemáticamente.

Yo iba a hablar de los campos militarizados, hasta que caí en la cuenta de que nuestros violadores están en la Marcha a las Cárceles, en el Encuentro del Libro Anarquista, en el «Aturuxo», en la «Gentalha», en el Sar, en Ardora…

Mes de mayo 2019. Desde afuera el movimiento social organizado se ve firme, reflexivo, luchador.

Desde dentro ellos siguen colonizando, abusando e invadiendo nuestros cuerpos. Por sistema. TODOS. Cada noche, una violación, en una cama diferente. En nuestras camas. Al lado de nuestras compañeras, ante la mirada indiferente de los demás. Un nombre, y cuándo sale un nombre, nunca sale solo. Otro nombre. Y otro más. Otro violador, otra hermana violada. Y otra más. La lista, creedme, no tiene fin. Y eso sois todos los señalados, los contados, los identificados, los visibles.

PERO VIOLADORES SOIS TODOS. Esto no es cuestión de unos individuos en concreto.

VIOLADORES SOIS TODOS. ESTÁIS PROGRAMADOS PARA VIOLAR.

Estáis programados para violarnos.

A nosotras, vuestras compañeras de lucha.

Y, ¿cómo vamos a luchar a vuestro lado? ¿Cómo vamos a poner el cuerpo por vosotros si nuestros cuerpos son territorios que vosotros colonizáis?

Yo no puedo. YO NO QUIERO. Yo no quiero exponer mi cuerpo, ni el de mis compañeras, cada vez que nos relacionamos con vosotros.

Yo no quiero que nos sigáis violando en silencio.

Yo no quiero discursos ni grupos de hombres en talleres de maquillaje.

Ni que os alejéis unos meses de nuestros espacios, escondáis la cabeza en un agujero y esperéis

Ni que os apartéis unos meses de nuestros espacios, metáis la cabeza en un agujero y esperéis a que pase el temporal.

Pronto la rabia se diluye, todo se «gestiona», todo de «olvida», y vosotros volvéis. Volvéis a ocupar vuestros lugares de violadores.

VOLVÉIS A VIOLARNOS.

Lo que yo quiero, lo que necesitamos, es que dinamitéis vuestra masculinidad. YA.

Reventad a golpe de sodomía, experimentad lo que es ser violado por los tuyos. Ataos a una cama y violaos unos a otros. Podéis escoger: por la boca o por el culo. Vivid con un cactus metido en vuestro culo. Castraos químicamente o físicamente, pero dejad de violarnos. Poned vuestro cuerpo para luchar contra esa lacra que sois vosotros mismos, y preparaos para nuestra insaciable venganza.

Estamos en guerra. Y es una guerra dentro de nuestra trinchera. El cerco se hizo cada vez más pequeño y tenemos un frente abierto en nuestro territorio, en nuestros cuerpos.

Estamos rodeadas y vosotros sois la primera línea enemiga.

Solo quedan dos salidas: ahogarnos en el cerco o reventar a los machos que nos cercan.

Nuestro objetivo a defender: nuestros cuerpos.

Nuestro objetivo a atacar: los vuestros.

Estamos en guerra. Y no es una guerra fría. La guerra nos duele. Nos duele el coño, nos duelen las tripas, nos duele el corazón. Nos duele el cuerpo entero.

Esta guerra nos duele porque nosotras también perdemos. Yo pierdo cuando tengo que asumirme enemiga tuya porque tú prefieres a tu privilegiada polla antes que a mí.

Así estamos.

Todos nuestros espacios infestados de violadores. EXILIO. Festivales, «foliadas», conciertos, fiestas varias. «Aquí no pasa nada»

EXILIO

Centros sociales, asambleas, colectivos mixtos. «Aquí todos somos feministas»

EXILIO

Mi sexualidad hetero. No queréis dejar de ser machos.

EXILIO

Mis amistades, mis hermanos, «No tenemos herramientas, esto es muy complejo».

EXILIO

Nuestras respuestas no mixtas. «Parece que no estáis haciendo nada»

NO NOS EXILIAMOS

¡Chorvos! En vez de ir a partirle la cara a un violador de fuera del gueto, partíos vuestra polla, violadores de dentro del gueto.

No sé qué esperábamos.

Preferís perdernos como compañeras, como amigas, como hermanas, antes que asumir que sois un arma de destrucción masiva.

SÍ. Esto es una declaración de guerra.

Y NO. No era a vosotros a quien quería destruir. Pero es que lleváis

TODA

LA PUTA

VIDA

VIOLÁNDONOS.


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